martes, 16 de marzo de 2010

ABC entrevista a Rafael Manzano Martos (I)


-«Inspiración, habilidad, ideales clásicos, respeto al pasado, legado al futuro». Así habló «Zaratustra»/el jurado sobre usted.

-Me emociona, pero no sé si lo he hecho con tanto rigor. Agradezco que hayan visto en mi obra una labor coherente, de aplicación de la arquitectura clásica a una contemporánea. He querido dar armonía a lo que en la arquitectura monumental es heredado.

-Es la primera vez que el Driehaus [que premia la excelencia en la arquitectura clásica] lo gana un español y le acuchillan hablando de «fascismo». ¡Paísss!

-Es importante que España, que tuvo un Pritzker con Moneo, tenga el Driehaus. No es antitético. Premia otra opción que tiene la arquitectura y desgraciadamente hoy muy olvidada y descuidada en Occidente. El lengujaje clásico tiene mucho que decir, crear y resolver sobre problemas arquitectónicos que están ahí, flotando en los conjuntos monumentales, con garantía.

-¿Por qué dice que ahora que está usted demodé le premian?

-Cuando te dan muchos premios, malo. De joven los recibía. Ahora suelen ser casi póstumos porque te ven al otro lado de la pantalla.

-A usted no le va lo de brujulear entre las estrellotas...

-¡Uno ya está muy de vuelta de todo! Cuando el camino de la arquitectura se agota vuelve al clasicismo: un camino nuevo, que la arquitectura necesita, añora, busca y quizás aún los arquitectos colectivamente no hayamos caído en el feliz encuentro con el clasicismo que puede ser el futuro.

-¿Por qué se le ha perseguido con saña, injustamente, para removerlo como conservador de los Reales Alcázares de Sevilla?

-Seguramente porque yo daba la imagen de un restaurador de monumentos de una etapa anterior, caída, perdida y olvidada en parte. Hubo cosas positivas que siguen siendo eternamente válidas. He podido caer en desgracia porque he durado mucho. Sigo vivo, coleando y trabajando en lo que he podido, me han dejado y no me han dejado.

-Las persecuciones terminaron en detenciones y se probó que todo era falso. Pero usted jamás se humilló ante la injusticia.

-Felizmente. Es la Providencia. Quisieron quitarme de en medio de una forma cruel. Si me dicen ¡vete! yo me hubiera ido. Y me fui. Irritaba mi presencia en el Alcázar.

-¿Irritaba al PSOE?

-¡Y algunos eran de mi misma... nunca sabe uno! Es una cosa tan olvidada que no me ha dejado trauma alguno.

-¿Clásico o moderno?

-Vivimos en el clasicismo del siglo XXI.

-¿Cómo ve el Prado de Moneo?

-A ustedes sólo les gusta lo polémico. El Prado de Rafael Moneo, al que quiero, respeto y admiro, a mí personalmente no me gusta. ¿Por qué? Porque entre otras cosas yo también he hecho mis proyectos del Prado y tenía un criterio radicalmente distinto. Y hay cosas que a un clasicista no le pueden gustar. Y yo no quiero echar leña a ningún fuego.

-¿Urbanismo tradicional o estilo mudéjar?

-El mudejarismo es una forma de ser muy hispánica, que yo admiro y quiero. Me siento muy cerca del islam español.

-¿Qué es lo que más añora?

-Medina Azahara.

-¡Según se trabaja hoy...!

-Van muy despacio, sí. En muy corto tiempo creo que hice una labor muy buena de la que no me arrepiento. Internacionalmente nadie lo criticó.

-¿Calatrava o Foster?

-Son dos grandes arquitectos. A Calatrava le tengo un cariño, un respeto, es compañero de Academia de Bellas Artes como Moneo, les quiero mucho; y no estoy tampoco de acuerdo con la obra de Foster. Quizás en algunos aspectos sea más arquitecto Foster y más ingenieril la de Calatrava. No puedo elegir entre dos.

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