lunes, 27 de septiembre de 2010

El futuro de las ciudades: lo absurdo de la Modernidad. Nikos Salingaros entrevista a Léon Krier.

Autor: Nikos Salingaros entrevistando a Léon Krier.
Traducción: Pablo Álvarez Funes.

El padre del Nuevo Urbanismo ofrece su perspectiva sobre el futuro de las ciudades: las ciudades más hermosas que sobreviven en nuestro mundo actual fueron todas concebidas con edificios de entre dos y cinco alturas; la era del rascacielos utilitario está llegando a su fin.

Introducción:
“Léon Krier puede que sea más conocido... como el padre intelectual del movimiento del Nuevo Urbanismo, una campaña para rescatar el entorno ambiental, el paisaje urbano y la vida cívica de nuestra nación del experimento fallido de una utopía drive-in.

Krier es un luxemburgués que vivió en Londres durante veinte años y ahora está establecido en el sur de Francia. Su pensamiento aporta una estimulante claridad a las cuestiones de creación de lugares y arquitecturas que han estado sujetas a un oscurantismo sin remordimientos por un colorido elenco de charlatanes vanguardias autoproclamados desde Le Corbusier en la década de 1920 a Peter Eisenman en nuestro tiempo... Entre otras figuras eminentes de la arquitectura internacional, Krier es el más completo e inteligente”.

Introducción de James Howard Kunstler, tomado de una reseña del libro de Léon Krier, “Arquitectura: opción o destino”.

Nikos Salingaros entrevista a Léon Krier y hablan sobre el futuro de las ciudades.

1.- Edificios altos.
Nikos Salingaros (NS): Con los recientemente trágicos eventos del 11 de Septiembre, ¿cree que nuestra civilización necesita cambiar de dirección en su pensamiento sobre el urbanismo? ¿Acaso puede la inquietud percibida en habitar edificios altos indicar una crisis de la arquitectura moderna en general?

Léon Krier (LK): Los trágicos eventos del 11 de Septiembre afectan a nuestra percepción general y opinión sobre edificios altos o bajos tanto por razones prácticas como psicológicas. Asumiendo que el Pentágono y una de las torres del World Trade Center tenían una superficie útil similar (entre los cinco millones de pies cuadrados), podemos comparar el daño relativo realizado a uno u otro por la misma carga explosiva. Es evidente que los daños son de orden fundamentalmente diferente (aproximadamente 200 frente a 2000 víctimas). Supongamos que el Pentágono hubiera sido ubicado en un sólo edificio en altura en lugar de un edificio bajo, y reflexione sobre el daño potencial que podría hacerle a la totalidad del sistema de defensa de EE. UU. por un avión civil. Por el contrario, suponga que el World Trade Center hubiera sido distribuido en edificios tradicionales de cuatro alturas y reflexione sobre esta pregunta: ¿Cuántos aviones habrían sido necesarios para causar la destrucción de su superficie equivalente? Creo que el número oscila entre 160 aviones Boeing 737 en lugar de 2.

La absurda tragedia del World Trade Center ha hecho que una pieza arquitectónica pobre se haya convertido en mártir involuntario, una fantasmagórica lápida de escala monstruosa. Un falso monumento arquitectónico (es decir, las actividades económicas privadas vestidas con un atuendo monumental y alojadas en pilares conmemorativos, totems y similares) se ha convertido en un mausoleo real con su desaparición. Mediante su disolución corporal ha ganado el alma inmortal que había eludido hasta ahora.

Hay montones de buenas razones para construir estructuras simbólicas elevadas, como el Memorial de Washington, el Edificio del Capitolio, la Torre Eiffel, la Catedral de San Pablo; sin embargo, no existe ninguna buena razón para la construcción de edificios utilitarios excesivamente altos (con la excepción del lucro). Sus daños colaterales son tales que la sociedad no puede permitirse esos absurdos como proposiciones generales; el problema hoy no es tanto su existencia, como que algunos teóricos de la arquitectura quieren que creamos que son inevitables e incluso necesarios para el futuro. Estos edificios tienen un gran impacto como símbolos sexuales y del poder, pero considerando el enorme daño real que hacen a las ciudades, usuarios y vecinos que conviven con ellas, no sólo los considerarán ahora como frágiles y peligrosos, sino como obscenos en lugar de poderosos.

2.- El rascacielos como tipología experimental.
NS: ¿Hasta qué punto y en qué puntos está de acuerdo con Kunstler y yo en que “la era de los rascacielos ha llegado a su fin”, que es “una tipología edificatoria experimental que ha fallado”? ¿Hay alguna cuestión de las planteadas en nuestro artículo publicado en Planetizen con la que no esté de acuerdo?

LK: Prefiero reformular su supuesto como “la era de los rascacielos utilitarios se ha acabado”. N o es la altura métrica sino el excesivo número de plantas lo que causa estos problemas sistémicos. La ciencia aplicada y la tecnología realizan experimentos tipológicos en condiciones controladas. No embarcan a pasajeros civiles en aviones experimentales: no obstante eso es exactamente lo que los arquitectos modernos han estado haciendo desde hace tres generaciones: literalmente construyen edificios que no están listos para su uso común.

3.- Pasos en falso e ideología.
NS: Tal como usted afirma en sus escritos y conferencias, ¿ha dado la humanidad un paso en falso en la construcción de sus ciudades, y si lo ha hecho, qué podemos hacer al respecto ahora?

LK: La humanidad se desarrolla por ensayo y error, a veces cometiendo errores de escala monumental. La Arquitectura y Urbanismo Moderno pertenecen, como el comunismo, a una clase de errores de los que hay poco o nada que aprender o ganar. Son ideologías que literalmente ciegan incluso a las personas más inteligentes y sensibles y las llevan hacia gastos, riesgos y peligros innecesarios. Sin embargo, el error fundamental de la Modernidad es proponerse a sí misma como un fenómeno universal (es decir, inevitable y necesaria), sustituyendo y excluyendo legítimamente las soluciones tradicionales. Gracias a Dios existen, a través de la aplicación de los principios del Nuevo Urbanismo en los últimos 20 años, suficientes experiencias positivas a nivel mundial como para ver un retorno masivo a las soluciones de sentido común.

4.- Nuevo Urbanismo.
NS: Muchos de los nuevos urbanistas más relevantes buscan inspiración en su obra. ¿Cuáles son sus recomendaciones para el futuro de las ciudades si puede convencerse al mundo para construir en un nuevo contexto urbano?

LK: Ya existen excelentes modelos de Nuevo Urbanismo para ciudades de pequeño y medio tamaño; sólo recientemente se están finalizando proyectos de mayor densidad, pero no reciben la atención que merecen por parte de los medios, así que el proceso de divulgación es más lento de lo que debería ser. Ahora se invierten grandes sumas en renovar campus y urbanizaciones modernas de las décadas de 1950 y 1960, pero muchos de ellos no son más que la prolongación artificial de experimentos fallidos de colectivismo arquitectónico y social. El Nuevo Urbanismo no es utópico y no impone planificación social. En su lugar, permite la infinita variedad del talento y ambición humanas para construir entornos armoniosos y agradables. Canaliza fuerzas competitivas para desarrollar buenos vecindarios mientras persiguen sus propios intereses. Sin embargo, el verdadero gran desafío del futuro será la urbanización de los suburbios y el replanteamiento de la dispersión urbana.

Los modelos teóricos están listos, pero su aplicación es lenta. Lo que es cierto ahora es que incluso los más inhóspitos basureros de la Tierra pueden – con las ideas claras y las personas correctas, y a veces con medios muy modestos- llegar a convertirse en hermosos lugares para la prosperidad humana.

NS: Aquí subyace un serio malentendido. Los urbanistas – y más importante, la ciudadanía en general, incluyendo aquellos representantes electos con capacidad de tomar decisiones- no se dan cuenta que las soluciones que usted propone se pueden aplicar a todas las ciudades, independientemente de su estilo. La estructura urbana obedece a reglas científicas que son independientes del lugar. Existe una dependencia secundaria en la tradición local, climatología, recursos y materiales, pero eso hace tiempo que fue eliminado por la uniformidad moderna. La actual práctica del planeamiento crea dos imágenes urbanas separadas y artificiales: centros históricos clásicos y tradicionales por un lado; y por el otro un tejido urbano en dinámica expansión. Con esta mentalidad, la administración sólo acude a usted cuando quiere revitalizarse de una forma neo-tradicionalista. ¿Han contribuido los Nuevos Urbanistas, en su búsqueda de un sitio propio, a aislar al Nuevo Urbanismo de las corrientes dominantes de planeamiento? ¿Cómo corregir eso, y cómo convencer a los urbanistas de que no existe tal diferencia?

LK: Tiene toda la razón en cuanto a que la estructura urbana como conjunto de principios organizativos es en gran parte independiente del estilo. Muchos proyectos del Nuevo Urbanismo usan edificios de estilo tradicional porque esa es la forma en que preferimos hacerlos, al menos por el momento. La arquitectura moderna es tan mala y arbitraria que es casi totalmente inadecuada para la mayoría de los usos y climas. Los proyectos del Nuevo Urbanismo más exitosos y ampliamente difundidos son por supuesto los neo-tradicionalistas como Seaside, Celebration y Poundbury, pero hay montones de programas similares realizados utilizando arquitectura moderna en Holanda, Dinamarca y Alemania, que siguen los principios urbanísticos, pero arquitectónicamente están en tierra de nadie y consecuentemente permanecen desconocidos.

Personalmente me resisto por el momento a mezclar arquitectura tradicional y moderna porque desde la experiencia un sólo edificio moderno es suficiente para destruir el espíritu de toda una concepción tradicional. El edificio de Steven Holl en Seaside es quizá el mejor ejemplo de esto. La modernidad parece tener tal desconcierto de ideas que no son capaces de realizar algo tan coherente como Windsor o Poundbury; la situación es tan crítica que Andres Duany y yo hemos debatido durante un tiempo el diseño de la ciudad moderna simplemente para mostrar cómo se hace. Un código de diseño urbano podría limitarse fácilmente a la década de 1920 de Le Corbusier o a la gramática de la década de 1950 y producir un paisaje urbano significativo, y lo mismo podría hacerse con el lenguaje de Frank Lloyd Wridht, o incluso Zaha Hadid u Oscar Niemeyer. Los Nuevos Urbanistas en ningún momento están limitados a la arquitectura tradicional y sin embargo mucha gente pierde el sueño por debatirse entre nuevas y viejas lealtades. Pero me gustaría decir que no se trata de un asunto moral o trascendental, y que en última instancia cada cual debe hacer lo que considere correcto; y si no está seguro, pruebe varias tentativas si el cliente está preparado para asumir el riesgo y entonces tome una decisión lúcida.

Sin embargo, si nos encontramos ante una situación política de complejidad común siempre recomiendo como base arquitectónica la tradición vernácula, porque afronta los problemas de diseño fuera de la arbitrariedad y el terror político del moralismo moderno. Esta opción reduce los errores arquitectónicos y estilísticos a un nivel administrable lejos de los espectaculares errores tan habituales en los experimentos modernos. En general, los detalles tradicionales tienen que ver con la resolución de problemas prácticos para construir de forma elegante, mientras que es estilo es realmente la cualidad con la que manejamos las cuestiones tecnológicas.

Lo que tenemos que recordar a los modernos una y otra vez es que en las democracias, incluso la arquitectura y el urbanismo dependen de la voluntad de elección y no limitaciones metafísicas o absolutas de su propia creación. Aquellos que no aceptan la elección en estas materias son en última instancia antidemocráticos, totalitarios y posiblemente anti-modernos, por muy futuristas que puedan parecer sus edificios.

5.- Escasez de tierra.
NS: Los arquitectos formados en la tradición moderna de nuestras escuelas no comparten la misma reverencia por sus ideas como los Nuevos Urbanistas. Sostienen que usted niega los graves problemas de hacinamiento que obligan a construir edificios de gran altura en el tercer mundo, y las presiones comerciales o especulativas que obligan a lo mismo en los centros urbanos del resto del mundo. ¿Qué puede responder a esa crítica?

LK: Estrictamente hablando, no existe correlación entre la presión demográfica y los edificios de gran altura (con raras excepciones como las condiciones que podemos encontrar en Hong Kong). En Estados Unidos o Europa el argumento de la “escasez de tierras” es promovido y gestionado por personajes con una variedad de programas contrastados, que van desde los propietarios a los ecologistas. Es un mito fabricado artificialmente que se disipa en el aire cuando observamos esos continentes desde el cielo. Nos daremos cuenta entonces que nuestras ciudades y paisajes no sufren de una escasez de tierras o congestión generalizada de carreteras o edificios, sino más bien un mal uso de la tierra y por lo tanto de una mala planificación. Por ejemplo, mientras que París duplicó su población extendió sus edificios sobre un territorio quince veces mayor que el área del centro de París, a pesar de la proliferación de edificios utilitarios de gran altura.

6.- Fuerzas de mercado.
NS: El entorno construido se crea por fuerzas de mercado, codicia especulativa, zonificación, etc. ¿Es posible construir un entorno humano con estas restricciones desafortunadamente reales?

LK: Las fuerzas de mercado son vectores de energía e iniciativa humana. Ninguna ciudad puede construirse sin ellos. Las leyes de planeamiento del pasado a menudo estrangulaban actividades en lugar de permitirles florecer. Los principios del Nuevo Urbanismo tienen la sencillez y el carácter práctico de los preceptos morales antes que la tiránica sofisticación de la reforma utópica. No son prescriptivos ya que son permisivos. Desde esa perspectiva, el interés común, en la forma de espacios públicos, es el producto de la toma de conciencia por parte de los vecinos de sus propios, variados y contrastados intereses.

7.- La ciudad electrónica.
NS: Me gustaría preguntarle sobre su opinión en el desarrollo de la ciudad en red a la que se incorporan las telecomunicaciones y tecnologías de la información. ¿Ha pensado en cómo afectará esto a la morfología urbana?

LK: Los patrones tradicionales de calles y plazas son el medio óptimo para las redes de edificios de cualquier tamaño. Las redes electrónicas completan las redes espaciales de espacios públicos pero no los reemplazan. Creer eso último es un error filosófico de la misma gravedad que pensar que la rueda podría reemplazar a la pierna.

8.- Tipologías edificatorias.
NS: Hay un problema acuciante: ¿tiene el creciente desarrollo de redes electrónicas consecuencias espaciales? La revolución de la información está generando enormes fuerzas sociales y comerciales, así que ¿en qué dirección actuarán esas fuerzas? ¿Empuja la ciudad en red al tejido urbano hacia una tipología moderna, tradicional, o ninguna de ellas?

LK: Los nuevos tipos edificatorios se generan por nuevos tipos de usos. Por ejemplo fueron los aeroplanos los que permitieron que los aeropuertos se desarrollaran como tipología edificatoria y no al contrario. Sin embargo los nuevos tipos de edificios pueden generar usos para los que no fueron pensados, como las basílicas romanas convertidas en Iglesias Cristianas, los aeropuertos usados como centros comerciales, etc. No es la urgencia por innovar lo que aporta nuevas tipologías como muchos modernos pretenden hacernos creer. Las innovaciones tipológicas basadas en utopías ideológicas generalmente tienen poca duración. Estrictamente hablando, no hay una tipología “moderna”; cualquier tipo de edificio que se establezca como un tipo reconocible y repetible se convierte ipso facto en tradicional, ya sea una plataforma petrolera, una torre de enfriamiento, un edificio de oficinas, o una casa.

Hay, sin embargo, tipos edificatorios que son resultado de una excesiva concentración de usos de un solo tipo bajo un mismo techo; se trata de aberraciones tipológicas que pueden ser construidos en cualquier estilo o técnica constructiva. El rascaielos utilitario y el rascasuelos son hipertrofias tipológicas. Generalmente son resultados irreflexivos de mecanismos financieros o políticos, y no únicamente relacionados con la modernidad. Por ejemplo, podríamos construir una ciudad basada en tipologías tradicionales de edificios y calles pero diseñada completamente desde postulados modernos. Incluso puede ser agradable y exitosa en términos estéticos y sociales, y muchos usuarios podrían ser felices viviendo ahí. Sin embargo una ciudad construida enteramente con rascacielos y rascasuelos, incluso si usa métodos de construcción tradicionales y proyectada en estilo tradicional, puede ser agradable de ver pero al final alienaría las relaciones y vidas humanas, si bien menos cruelmente, que su homólogo moderno.

Para resumir el argumento: no existe estrictamente hablando una “tipología moderna”, pero la modernidad ha sido muy prolífica en aberraciones tipológicas.

9.- Filosofía.
NS: Hay una profunda falta de reverencia por la sensibilidad humana; la tradición constructiva que produjo incluso estructuras agradables y modestas ha desaparecido. ¿Cómo puede un mundo sin valores profundos recuperar esa filosofía?

LK: La arquitectura y urbanismo tradicionales son son una ideología, religión o sistema trascendental. No puede salvar almas perdidas ni dar sentido a una vida vacía. Es una parte de la tecnología mas que del estilo; es un conjunto de conocimientos y hábitos que nos permiten construir ciudades y estructuras prácticas, estéticas y económicamente satisfactorias en las más diversas situaciones climáticas, culturales y económicas. Tales estructuras no garantizan la felicidad, pero sin duda facilitan la búsqueda de la felicidad para una gran mayoría.

10.- Los efectos de la modernidad.
NS: Ciertas estructuras espaciales con cualidades matemáticas particulares proporcionan al observador una retroalimentación positiva sensorial. La humanidad los ha construido desde la escala de las ciudades a la escala de los artefactos, a fin de dar sentido al entorno. No me refiero al significado de una vida, sino al significado en nuestro entorno que esté contenido en una complejidad cognoscitivamente accesible. La modernidad, en búsqueda del cumplimiento de su agenda, perpetraron una renovación de significado a todas las escalas. ¿Cómo pudo haber sucedido esto cuando va en contra de nuestro carácter fisiológico?

LK: La modernidad es una ideología totalitaria que, como todos los dogmatismos, está basada en hipótesis indemostrables. Es incapaz de tolerar, y mucho menos aceptar, la oposición, la contradicción o la negativa. Si aceptamos tales fantasiosas hipótesis necesariamente abandonaremos nuestras propias capacidades cognoscitivas y quedarnos ciegos ante una evidencia abrumadora, a pesar de las contradicciones interiores y exteriores. La declaración de guerra de la modernidad contra la tradición no sólo era un rechazo de tradiciones obsoletas sino que incluía todos los conocimientos y prácticas que no ajustaban a su reductiva visión de la humanidad, la historia, la tecnología, la política y la economía. Se trata de una violación sistemática del carácter psicológico y fisiológico del hombre. De hecho, hicieron falta tres generaciones para recuperarse de una violación mental que va contra la experiencia contra la acumulación de inteligencia, instinto y sensibilidad humana.

NS: La modernidad ha reemplazado los modos en los que los seres humanos interactúan entre ellos y con las estructuras externas. La ciudad como trama en la que se establecen conexiones entre miembros de una población urbana se ha cambiado por una estructura espacial cuyo objetivo es desconectar. Esto se aplica tanto a la conectividad viaria (sencillos desplazamientos a pie para encontrarse cara a cara) y tambiñen la conectividad visual entre un individuo y el resto de componentes construidos de la ciudad. Mis investigaciones revelan que una ciudad es un sistema de sistemas, con una arquitectura lógicas (en el sentido de la arquitectura de computadoras) que está más cerca del cerebro humano que de los actuales ordenadores electrónicos. Cortar las conexiones, como han hecho los modernos, es similar a cortar el cableado en una computadora o las neuronas en un cerebro. Tras décadas de condicionamiento psicológico a un mundo estéril, la gente ha acabdo por aceptar la desconexión como un modo de vida. ¿Han cambiado tanto los serer humanos como para no valorar las estrcutras espaciales que satisfacen las necesidades sensoriales y sociales básicas?

LK: Su pregunta contiene la respuesta. La modernidad opera mediante la incapacitación de la autonomía de las personas y su habilidad para pensar de forma individual. Es una forma de lavado radical de cerebro del qeu muy pocos, una vez experimentada, son capaces de escapar. Millones de personas han sido víctimas de su poderoso atractivo, sin embargo parece somo si la naturaleza, con cada nueva generación, estuviera produciendo antídotos contra tales aberraciones ideológicas; al menos esa es mi esperanza.

Dr. Nikos Salingaros es profesor de matemáticas en la Universidad de Tejas en San Antonio. Colaborador de Christopher Alexander, es reconocido como uno de los teóricos más relevantes de la arquitectura y urbanismo contemporáneos. Además de numerosos artículos científicos, es autor de dos libros onlinre: Principios de Estructura Urbana, y Una Teoría de la Arquitectura.

2 comentarios:

  1. Estimado Pablo,

    Gracias por hacer esto. Sin embargo, es una lástima porqué existe ya una traducción en castellano, publicada en Argentina:

    El Futuro de las Ciudades: La Absurdidad del Modernismo.

    Por favor, en el futuro que me pides se hay una versión castellana de mis escritos y yo te la puedo dar. Tengo también traducciones parciales de algunos ensayos.

    Saludos,
    Nikos

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  2. ¡Muchas gracias Sr. Salingaros!

    Sus textos me parecen muy interesantes. Le pediré más traducciones en el futuro.

    Un cordial saludo.

    Pfunes

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