lunes, 11 de abril de 2011

Evolución Urbana de Sevilla



Conocer la historia de una ciudad no implica sólo conocer la sucesión de hechos históricos más relevantes que la marcaron. La ciudad es un espacio habitable que se construye a lo largo de la historia y para entender su morfología e idiosincrasia puede ser útil conocer su evolución urbana a través de un soporte gráfico. De esta forma es más importante conocer cuándo y de qué forma se urbanizó un barrio, que un listado de hechos históricos aparentemente desconectados de la materialidad de la trama. Por tanto, la base de la que partiremos para el presente análisis es el comentario de la secuencia evolutiva de planos que se incluye arriba, en la que se van superponiendo los diferentes recintos desde la época romana hasta nuestros días.


Sevilla tiene su origen en una población fundada por los Tartessos en el siglo VIII a. C. llamada Ispal, que los fenicio ocuparon posteriormente. En el año 205 a. C. Escipión el Africano la conquistó a los cartaginenses, convirtiéndola en la capital de la provincia romana de Bética. El nombre originario se latinizó, psando a denominarse Hispalis. 

El recinto romano de la ciudad tiene su origen en la calle abades, que en la época constituía uno de los dos ejes principales (cardo y decumano) que constituían la típica ciudad romana. En la conjunción de estas dos vías se situaba el foro, donde hipotéticamente estaría situado el templo de Hércules, cuyas columnas conservamos. 

En el año 428 la ciudad romana fue conquistada por los vándalos que, poco después fueron desplazados por los visigodos. Fue conquistada por los musulmanes, que arabizaron el nombre latino, surgiendo así la actual denominación de Sevilla. 

Fue en esta época cuando se configura el recinto amurallado que casi constituye el casco histórico de la ciudad. Este recinto pasó por dos etapas de ampliación: Una primera en el siglo IX, y otra en el siglo XI, que amplió considerablemente el recinto pero que no fue rellenado hasta varios siglos más tarde, ya bajo el dominio cristiano. Durante este periodo el río había cambiado de cauce, de tal modo que tras la ampliación del siglo XI sólo quedaban de aquel primitivo meandro dos lagunas, situadas en la actual Alameda de Hércules y la zona cercana la puerta de El Arenal. 

En 1248 el rey castellano Fernando III conquista la ciudad para la cristiandad. Empero, esto no supuso el exilio de los artesanos y comerciantes, por lo que la ciudad no perdió su gran actividad comercial. En esta época debieron aparecer los arrabales de El Arenal (debido a la construcción de las Atarazanas) y La Macarena. Además, está el barrio de Triana, de rigen seguramente anterior. 

Durante los siglos XV y XVI Sevilla se convirtió en la puerta de los viajes atlánticos que permitieron la conquista de Canarias y América, construyéndose gran cantidad de edificios emblemáticos como la Casa de la Contratación y el Ayuntamiento. La ciudad se extiende extramuros y prueba de la importancia de estos nuevos núcleos es la construcción de Hospital de las Cinco Llagas (actual Parlamento Andaluz), que en su día fue considerado como uno de los mejores del mundo. Aunque a lo largo de lo siglos XVII y XVIII su importancia comercial fuera decayendo, también e construyeron edificios importantes, como el monasterio de La Cartuja, la Real Fábrica de Tabacos y la Real Casa de la Moneda. Fue en 1771 cuando se realiza el primer plano de la ciudad de Sevilla, a instancias de D. Pablo de Olavide, que constituye el primer documento fidedigno del estado de Sevilla en otra épocas. 

Durante el siglo XIX se producen grandes cambios, tanto a escala provincial como urbana, destacando sobre todo dos: la demolición de las murallas y la llegada del ferrocarril. La demolición de las murallas obedece más a criterios higienistas que a la necesidad de una gran ampliación, pues fueron necesarios muchos años para que la ciudad realmente se expandiera extramuros. La llegada del ferrocarril supuso la llegada de la tecnología moderna a la ciudad, pero también supuso una barrera, una nueva muralla, que todavía hoy es difícil de romper. 

Durante el siglo XX la ciudad se revitalizó gracias a dos exposiciones internacionales. La primera fue la Exposición Iberoamericana de 1929, que propició un primer ensanche urbanístico con la creación, entre otros, de la avenida La Palmera, Reina Mercedes, Heliópolis... Con posterioridad a esta época se estructuró el curso del Río Guadalquivir, que acabaría siendo “cortado”, y se canalizaron los arroyos del Tagarete, Tamargillo y Guadaira, con el fin de evitar inundaciones catastróficas como las de los años cincuenta. 

Durante el periodo que llega hasta aproximadamente 1980 la ciudad crece considerablemente debido al fenómeno generalizado del éxodo rural. Con motivo de la celebración de la Exposición Universal de 1992, la ciudad tomó una serie de medidas urbanísticas entre las que destacan la llegada del tren de alta velocidad (AVE) a la ciudad, la construcción de la SE-30 y los nuevos puentes que cruzan el río, también “abierto” con motivo de la exposición, en un intento de devolver a la ciudad esa relación que durante tantos siglos tuvo.

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