martes, 9 de octubre de 2012

La nueva espadaña de la Iglesia de Facinas


La nueva espadaña de la Iglesia Parroquial de la Divina Pastora de Facinas. 

Con ocasión de la Jornada Mundial de la Juventud de 2011, el arquitecto Ignacio Vicens desplegó por la capital española toda una serie de arquitecturas efímeras de gusto opinable con las que pretendía mostrar la modernidad de una Iglesia comprometida con los jóvenes a la vez que los nuevos aires de una arquitectura religiosa española. Aunque el señor Vicens dedicó su tesis doctoral al estudio de las arquitecturas efímeras del barroco español, las estructuras que acompañaron la visita de Su Santidad Benedicto XVI se proyectaron en continuidad con la modernidad militante y agresiva de su obra. Como tantos otros arquitectos modernos, Vicens se escuda en su conocimiento de la historia para defender unos postulados modernos que, por principio, son incompatibles con cualquier continuidad histórica. De esta forma se pretende, apropiarse de la historia y la tradición desde posturas modernas para impedir su continuidad. Cualquier intento de recuperar la tradición desde la propia tradición y no desde interpretaciones modernas que la distorsionan es automáticamente calificado de “pastiche” o “kitsch” por parte de los arquitectos más mediáticos, lo cual no impide que en ocasiones triunfe el sentido común de la continuidad de la tradición frente a la dudosa huida hacia delante que propone la modernidad. Un buen ejemplo de esto es la nueva espadaña que luce la Iglesia de la Divina Pastora, en la pedanía tarifeña de Facinas. 

La Parroquia de la Divina Pastora tal como la podemos contemplar actualmente es el resultado de una restauración efectuada en 1830 a la anterior iglesia, cuya primera referencia data de 1759. El templo es muy sencillo, de una sola nave con dos tramos de bóvedas vaídas y una cúpula sobre el presbiterio, todo pintado en blanco, con unas franjas amarillas para indicar unos imaginarios capiteles que, de haberse dispuesto de mayores fondos, indudablemente estarían ahí. La iluminación se realiza por óculos y confieren un aspecto sereno y vernáculo, en el que destaca el retablo neogótico, traído ex profeso desde Cádiz y uno de los escasos representantes del neogótico en España. 

Al templo se le adosan varias dependencias parroquiales conformando una manzana con entidad propia en torno a un patio con arcadas en la más pura tradición vernácula andaluza. La fachada de la iglesia muestra un primer cuerpo de piedra arenisca rematado por una sencilla cornisa. Dos pilastras toscanas muy estilizadas enmarcan la puerta de acceso y un sencillo edículo con la imagen de la patrona remata la cornisa. Probablemente la fachada fuera a constar de un segundo cuerpo también en piedra que contuviera algún frontón u otro tipo de remate con la imagen de la patrona más elaborado que el existente, así como una espadaña, en línea con otras iglesias de similares características repartidas por la provincia de Cádiz. Al no concluirse, la espadaña de la iglesia se colocó sobre uno de los muros laterales, donde ha permanecido hasta el verano de 2012, cuando se ha procedido a la construcción de una nueva sobre la fachada principal. 

Esta nueva espadaña se inserta en la larga tradición de espadañas andaluzas, que a su vez derivan de modelos propuestos en diferentes tratados de arquitectura del Renacimiento y el Barroco. Se estructura en tres cuerpos con pilastras y está rematada por un frontón con un azulejo que representa al Espíritu Santo. A modo de entablamento y separación entre cada “orden” una banda de azulejos muestra la Salve a la Divina Pastora. Además, cuatro jarrones y una cruz de forja contribuyen a armonizar la composición, en clara analogía a los pináculos que estabilizaban los empujes de los grandes templos y edificios.

A la derecha, la Iglesia de la Divina Pastora antes de la construcción de la espadaña. A la izquierda, la propuesta de Ignacio Blanco Peralta.

El autor del proyecto es el tarifeño Ignacio Blanco Peralta, y las labores en hierro son obra del artesano sevillano D. Rafael Ramírez Ruano. No nos consta en las fuentes consultadas que el señor Blanco Peralta sea arquitecto, y hemos de considerar su propuesta nacida de devoción y la voluntad de crear un elemento digno para la parroquia de Facinas. Es cierto que algunos elementos de su espadaña podrían haberse concebido de mejor forma: las pilastras del segundo cuerpo son demasiado anchas y rompen cualquier regla de superposición de órdenes, por mucho que sus basas pretendan imitar a las del primer cuerpo. Además sus capiteles no son tales y bien necesitarían de las molduras necesarias para serlo, o bien el entablamento que los separa del siguiente nivel debería haber estado más desarrollado, de forma que los azulejos hubieran hecho las veces de friso donde se leen los versos del himno, tal como se hace en el cuerpo inferior. Del mismo modo, el frontón habría necesitado de al menos una moldura que lo perfilara y enmarcara el azulejo del Espíritu Santo.

Al estar situado en un pequeño municipio, y al ser el templo en sí mismo un edificio muy sencillo, sin grandes pretensiones, lo que en otros contextos podría ser considerado como un aberrante pastiche de mal gusto queda aquí como una obra inocente fruto del ingenio y de la devoción popular, pues no en vano ha sido gracias a la recolección de fondos por parte de los vecinos de Facinas que ha sido posible la construcción de esta espadaña en cierto modo tan encantadoramente ingenua. 

Para saber más:



domingo, 7 de octubre de 2012

Premio Rafael Manzano Martos




El Premio Rafael Manzano Martos de Arquitectura Clásica y Restauración de Monumentos
con el apoyo de:

Fundación Mapfre
Real Academia de Bellas Artes de San Fernando
Escuela de Arquitectura de la Universidad de Notre Dame

El Premio Rafael Manzano Martos ha sido posible gracias a la generosa aportación de The Richard H. Driehaus Charitable Lead Trust.


El Premio Rafael Manzano Martos de Arquitectura Clásica y Restauración de Monumentos, convocado por la Richard H. Driehaus Charitable Trust y la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Notre Dame (Indiana, Estados Unidos), tiene como fin difundir los valores de la arquitectura clásica y tradicional, tanto en la restauración de monumentos y conjuntos urbanos de valor histórico-artístico como en la realización de obras de nueva planta capaces de integrarse armónicamente en dichos conjuntos.

El Premio está dotado con 50.000 euros y una medalla conmemorativa y se entregará por vez primera el 16 de octubre de 2012 en un acto solemne en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (Madrid).

En esta primera edición el Jurado ha decidido otorgar este Premio al arquitecto Leopoldo Gil Cornet por las obras de restauración de la Real Colegiata de Roncesvalles (Navarra), realizadas entre 1982 y 2012.

Rafael Manzano Martos
Rafael Manzano Martos, arquitecto, académico y profesor de Historia de la Arquitectura, ha dedicado su vida al estudio del Clasicismo, tanto en Occidente como en el mundo islámico, restaurando múltiples monumentos en España y realizando una arquitectura que, dentro de la modernidad impuesta por nuestro tiempo, no ha renunciado nunca a los valores del legado clásico.

Como defensor de los mencionados valores, Rafael Manzano Martos fue ganador del Octavo Premio Richard H. Driehaus de Arquitectura Clásica, concedido en los Estados Unidos en el año 2010 y promovido por el gran mecenas norteamericano Richard H. Driehaus a través de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Notre Dame de Indianápolis. Este premio está considerado como uno de los reconocimientos más importantes del mundo a una trayectoria profesional vinculada a la Arquitectura Clásica y la Restauración.

Coincidiendo con la entrega del mencionado premio en los Estados Unidos, Richard H. Driehaus anunció la creación de un nuevo premio en España en defensa del patrimonio urbanístico español y de las tradiciones arquitectónicas españolas: el Premio Rafael Manzano Martos de Arquitectura Clásica y Restauración de Monumentos.


The Richard H. Driehaus Prize

El Richard H. Driehaus Prize se otorga anualmente en la Universidad de Notre Dame a un arquitecto vivo cuyo dominio de los principios de la arquitectura y el urbanismo tradicionales o clásicos haya producido obras construidas sobresalientes por su extraordinario diseño y sus cualidades sociales y medioambientales. 

Junto con el Richard H. Driehaus Prize cada año se entrega el Henry Hope Reed Award a individuos ajenos a la práctica arquitectónica que hayan contribuido de forma significativa al apoyo de la preservación y el crecimiento de la ciudad tradicional. 

El programa del Driehaus Prize está  concebido para constituir una parte integral de la vida académica de la Escuela de Arquitectura  de Notre Dame. Los premiados dan conferencias en ella y celebran encuentros informales con los alumnos en el campus. 

“Belleza, armonía y contexto son los rasgos distintivos de la arquitectura clásica, que, por consiguiente, sirve a las comunidades, realza las cualidades de nuestro entorno compartido y desarrolla soluciones sostenibles a través de los materiales y técnicas tradicionales", dice Richard H. Driehaus, el filántropo de Chicago que ha establecido el Richard H. Driehaus Prize de 200.000$ en la Universidad de Notre Dame para honrar a aquellos arquitectos vivos cuya obra encarne estos principios dentro de la sociedad contemporánea. 

El Driehaus Prize ha sido concedido anualmente desde 2003 a arquitectos representativos de las diversas tradiciones clásicas y cuyo impacto artístico refleje su compromiso con la conservación de la cultura y el medio ambiente. 

La Arquitectura Clásica y el Urbanismo Tradicional representan las máximas aspiraciones de una cultura. Los ideales intemporales que han pervivido durante siglos se están convirtiendo en algo cada vez más esencial para la conservación de nuestro Patrimonio Cultural y para la protección no sólo de nuestros recursos económicos y medioambientales, sino también del sentido de continuidad y de identidad que mantiene a las comunidades. La Arquitectura Clásica es sostenible por definición y el diseño urbano tradicional favorece la creación de medios apropiados para que la gente pueda reunirse para desarrollar su vida, su trabajo o sus ritos.

Los ganadores del Premio hasta el momento han sido: Léon Krier, Demetri Porphyrios, Quinlan Terry, Allan Greenberg, Jaquelin T. Robertson, Elizabeth Plater-Zyberk and Andres Duany, Abdel-Wahed El-Wakil, Rafael Manzano Martos, Robert A.M. Stern  y Michael Graves.

Su obra abarca distintas culturas y continentes, convirtiendo al Driehaus Prize en un foro para el diálogo sobre la diversidad de las tradiciones arquitectónicas, entendidas éstas, sin embargo, como parte de un continuo que conecta comunidades, sostiene el tejido social y nos une a todos. 

Como afirma Michael Lykoudis, Presidente del jurado del Driehaus Prize y Francis and Kathleen Rooney Dean de la Universidad de Notre Dame School of Architecture: “Dentro del cuerpo de obras ganadoras del Driehaus Prize etas ideas conforman una realidad incluso mayor y más importante sobre la experiencia humana: que el desarrollo  de una cultura o una comunidad no tiene por qué tener lugar a expensas de su historia y de sus valores establecidos.